Fue mucho el tiempo que las jugadoras argentinas estuvieron lejos de las canchas, la Liga Femenina 2020 no se llegó a concretar por el comienzo de la pandemia y a partir de allí todo fue incertidumbre. Laila recuerda lo difícil que resultó en un principio, pero encontró su lado positivo: “A todos nos agarró desprevenidos la situación del año pasado y parte de este. Creo que a medida que fue pasando el tiempo uno empezó a entender que no había forma de modificarlo y no quedaba otra que adaptarse. Empezamos a tener un sistema de entrenamiento en casa, donde cada uno utilizaba sus recursos y lo hacía a su manera, pero en lo personal con respecto al tema facultad tuve mucho más tiempo. A mí me sirvió para abocarme más a los estudios”.

La perimetral se encuentra cursando la carrera de Psicología en la Universidad de La Plata, así lo cuenta: “Arranqué previo a la pandemia y mi cabeza estaba puesta en lo presencial. Sentía que era imposible hacerlo de manera virtual o por internet que no me iban a explicar tanto, pero me fui acostumbrando y pude sacar provecho en no tener que viajar por ejemplo y en acomodarme con los horarios porque los manejaba yo”.

Laila hace una retrospectiva de lo que vivió meses atrás y agradece este presente: “Volver relativamente a una normalidad respecto a los entrenamientos yo lo súper valoro porque después de haber pasado un año picando la pelota adentro de mi casa e intentando hacer malabares para salir a correr, a estar una semana entrenando doble turno a un alto nivel es muy valorable y estoy agradecida”.

Antes de iniciar esta gran experiencia con la Selección, Raviolo compitió con su querido Deportivo Berazategui en la Liga Femenina Argentina y obtuvo el flamante campeonato. “Fue todo muy de golpe. Nos encontramos después de un año y un poco más con un equipo, en donde por suerte tuvimos la gran ventaja de que ya nos conocíamos y que tenía una cierta estructura tanto adentro en el juego como afuera. Sabíamos que iba a ser un poco complicado porque nos juntamos y a los quince días se nos venían los juegos, no sabíamos cómo iba a ser toda la parte protocolar pero fue súper valioso. Nos hizo volver a un ritmo que habíamos perdido un año entero. El haber jugado con amigas, estar en una cancha de básquet, obviamente que el público se extrañó, porque al Deportivo lo acompaña siempre mucha gente, pero nos adaptamos a esa situación también. Tengo un análisis muy positivo en lo personal y grupal también”.

Laila es oriunda de Salto Grande, una pequeña localidad santafesina de tan solo 3000 habitantes. La mayor parte de su familia se dedica a las actividades agrícolas. Una vida completamente distinta a la que imaginamos para una jugadora profesional, sin embargo la joven de 21 años destaca que aquellos momentos con sus seres queridos “son su cable a tierra” y sostiene: “Disfruto porque comparto mucho con mi familia que no suelo verla, el año pasado fue una excepción. Ellos siempre priorizaron ese contacto con los animales, las plantas y realmente me gusta acompañar, desde un lugar de no tanta cercanía hoy pero siempre que vuelvo me encanta porque mis hermanos también tienen ese amor especial con el campo, y a mí me desconecta del ámbito ciudad, de estar todo el día en el tren y en contacto con gente. Sentarme y ver un atardecer lo valoro mucho. Sé que muchos no tienen esa posibilidad”.

Feliz, con alegría en su voz y sus expresiones, Raviolo no se adelante a lo que viene y destaca la importancia de haber concentrado con varias jugadoras de su club: “Éramos un grupo de cinco y cuatro ya jugamos juntas hace tiempo, desde el 2017 o incluso yo con algunas desde antes, son muchos meses de trabajar juntas, de entrenar, de levantarnos temprano, eso nos dio un plus a la hora de ir, saber que van a estar tus amigas, en cuanto a la contención tanto en lo bueno y en lo malo, nos dio un extra. Lo siento de esa manera y como grupo lo analizamos y sabemos que es así, el tener el apoyo entre nosotras. Fue un privilegio estar en Sunchales, no solo por el nivel de entrenamiento sino por compartir con jugadoras de gran experiencia, a veces nos cuentan anécdotas que demuestran el camino largo que recorrieron y sin embargo nos tratan como compañeras y nos respetan de igual a igual, como si tuviéramos su misma experiencia. Transito el día a día y no quiero ir más allá de cuando toque dar la lista. Lo disfruto mucho. Estamos en un proceso distinto y nuevo del que trabajamos en inferiores, con más libertad y responsabilidad sabiendo que tenemos que estar a la altura”.

Laila respira básquet desde que nació. Su papá fue entrenador y dirigió a su mamá y su hermano jugó desde los cinco años. El profesor de su hermano la invitó a un entrenamiento de pequeña y a partir de ahí no se despegó de la naranja. Su primer club fue Ben Hur de Rosario y desde allí arrancó con los viajes lejos de su casa para ir en busca de sus objetivos. Ahora aquella niña de Salto Grande se permite gozar de esta actualidad y soñar con más junto a la celeste y blanca.

 Fuente: FIBA – Foto: FIBA