La derrota por 25-23 ante Brasil dejó sin chances a la selección de handball y disparó pedidos de una reforma profunda en las estructuras y a nivel dirigencial.
TOKIO.- Frustraciones deportivas que de pronto sacan a la luz viejos rencores y tiran sobre la mesa un urgente replanteo de proyectos. Es lo que está sucediendo hoy con el handball argentino, tras quedarse sin chances de avanzar a los cuartos de final de Tokio 2020 por la ajustada derrota por 25-23 ante Brasil, en el desolado Yoyogi Stadium.
Muchas veces, las redes sociales sirven como descarga o directamente se convierten en un campo de batalla. Minutos después de finalizado el clásico regional, la Confederación Argentina de Handball publicó en Instagram la foto de una fragorosa lucha por el balón, con la imagen de Pablo Vainstein y la leyenda “Lo dejamos todo”. Enseguida respondió en el posteo Federico Pizarro, un integrante de larga trayectoria en Los Gladiadores: “¡Nosotros sí!”, escribió, en una clara alusión a que el esfuerzo había sido solo de parte de los jugadores y no de los dirigentes. Básicamente, se reclama por la falta de preparación e infraestructura.
Varios de los conducidos por Manolo Cadenas lloraron la eliminación prematura; era la ocasión ideal para asomar cabeza en una zona colmada de potencias. Al mismo tiempo, trazaron una autocrítica por aquel primer tiempo espantoso -el peor en muchos años-, que concluyó 14-7 a favor de Brasil. Entre la angustia deportiva, el sinsabor de haber regalado los primeros 30 minutos y el lamento de varios soldados caídos por lesiones, apareció alguna mirada a futuro, pensando más en frío.
Sebastián Simonet, pronto a retirarse de la selección a los 25 años, opinó: “Tiene que haber un master plan, algo que revolucione un poco todo, pero sé que la actualidad del país a nivel económico, social y deportivo no es la mejor. Por eso es que pedir un cambio tan rotundo en este momento delicado del país es algo alocado. Pero sí plantar bases, obligaciones y detalles: cosas que no pueden volver a pasar y otras que deberían suceder siempre”.
La percepción de varios del plantel es que algunos dirigentes de este deporte se desviven para que el handball crezca, con iniciativas personales y buenos contactos. Pero también observan algunos otros, ya veteranos, que deben dar un paso al costado porque no están capacitados para diseñar una estrategia revolucionaria. Reclaman gente con ideas frescas y no estancada en el tiempo. Es un poco la dinámica de lo que sucede en muchas federaciones y confederaciones de nuestro país: la falta de renovación y expertise dirigencial. Pero es evidente que, tal cual la situación reinante, la infraestructura no resiste para dar un nuevo salto de calidad y acercarse a las potencias. Por empezar, la liga doméstica sigue siendo amateur y se encuentra a años luz de las ligas profesionales de Europa.
Simonet, que se despide del handball dándose el gusto de formar parte de Tokio 2020 con sus hermanos Diego y Pablo, cree que es un “milagro” que esta selección participe en sus terceros Juegos Olímpicos consecutivos: “Creo que este deporte en la Argentina nunca va a ser profesional, pero sí debe ir hacia una dirección semiprofesional. Imitar un poco lo que hace Brasil”, argumentó. El arquero Leonel Maciel reflexiona en la misma línea: “En cualquier deporte, siempre Argentina genera una ilusión a la hora de medirse con las grandes potencias; tiene que ver con las grandes hazañas de nuestros deportistas en la historia. Pero no es una realidad del deporte argentino, lo tenemos claro porque es lo que vivenciamos y sufrimos. La gente muchas veces no lo entiende del todo”. Y vuelve al ejemplo del país hermano: “Brasil cuenta con mejor infraestructura y, en general, con mejores equipos”.
Desde que tomó la conducción en mayo de 2017, el español Cadenas siempre tuvo que apañarse para administrar el material humano, más escaso en comparación con las selecciones más encumbradas: “A mí me gusta Argentina porque la suma de jugadores da un resultado mayor, una idea de conjunto. Sin embargo, otros equipos tienen más cualidades individuales, basta con mirar los planteles y observar los equipos grandes en los que juegan. No tener una liga profesional no ayuda al desarrollo de que salgan más jugadores de más alto nivel, con mayor regularidad, y así favorecer la chance de meternos entre los ochos mejores”.
A los Gladiadores les queda el último encuentro del grupo ante España, a las 2.15 del domingo. Será la oportunidad de mejorar la imagen y capitalizar la última experiencia olímpica, a la espera de un nuevo ciclo. Quedará luego programar el camino hacia los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023, en donde el campeón viajará directo a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Fuente:Gastón Saiz LA NACION -Fotos: LA NACION/Santiago Filipuzzi – MARTIN BERNETTI – AFP – LA NACION Deportes