Adolfito igualó la marca de 31 presentaciones de Eduardo y Alberto Pepe Heguy, pero no se marchó conforme con la actuación del equipo.
Noviembre, Palermo, Cambiaso. Un hilo que es sinónimo de polo, del mejor campeonato del mundo y de uno de los mejores jugadores de la historia, junto a Juan Carlos Harriott (h.). La victoria por 19 a 3 de La Dolfina sobre La Hache Cría y Polo, por la tercera fecha del Abierto Argentino, la segunda de la Zona A, escondió una marca: las 31 presentaciones del N°1 de la organización de Cañuelas, que igualó el récord de Eduardo y Alberto Pepe Heguy.
La estadística refleja la vigencia de Adolfito, pero también la voracidad: ganó 18 de los 30 abiertos de Palermo y en 2023 se presenta como favorito a la corona, junto a La Natividad. El talento y la magia de un distinto se mantiene inalterable, entre aquel debut con Ellerstina, en 1992, y el dominio abrumador que logró con La Dolfina, a partir de 2000. También su pensamiento proyectual para no engañarse con una goleada: el estilo y el funcionamiento, las virtudes que la formación tiene que pulir para sentir la fortaleza que le posibiliten pulsear por la corona.
El estreno, al igual que el juego de ayer, se desarrolló en la cancha N°1 de Palermo. Aquella jornada resultó histórica por la irrupción de un polista que traía como antecedentes las consagraciones en la Gold Cup, en los Estados Unidos, con Cellular One, y en el British Open, con el equipo Tramontana. Con la camiseta de Ellerstina, la estrella que Ernesto Trotz –campeón con La Espadaña- hacía jugar mal las prácticas en Palm Beach para disimular su nivel y que no le subieran el hándicap, hizo lo que nadie: debutó con un aplastante triunfo de 23-7 de conjunto sobre Los Indios, convirtiendo ¡16 goles!
Un primer episodio de una aventura fantástica, con su sello distinguido, que se extendió en el tiempo y no tiene fecha de vencimiento. Cambiaso disfruta del juego, se encanta con todo lo relacionado con los caballos y aunque tiene registros personales para quebrar, no se desespera: el año pasado cumplió un sueño, de esos que se abrazan para toda la vida, al ganar Palermo con su hijo Poroto. Una coronación que ofreció valores competitivos y del corazón.
Lo mejor del triunfo de La Dolfina
“Mirá que tengo un solo caballo”, fue la respuesta de Cambiaso, cuando Gonzalo Pieres lo invitó a ser parte de Ellerstina. Aquel ejemplar era Lobo, que lo acompañó desde que tenía 0 de hándicap y también cuando logró la máxima valoración, la misma que lo reseña ahora: 10. “Tenía 16 años cuando me pasó todo esto y lo manejás con cierta inconsciencia. Es lo que le pasa hoy a Poroto. No sabés a dónde vas, porque todo es diversión. Así como Poroto me tiene a mi detrás, como respaldo, en ese momento Gonzalo [Pieres] era mi padre polístico. Yo lo miraba a él”, confesó Adolfito, que convirtió cinco goles y acumula la rotunda cifra de 1084 y… sumando. Su hijo Poroto lo duplicó en festejos ayer en el juego con La Hache Cría y Polo, aunque ahora es el heredero quien ejecuta los penales y papá –a pesar de llevar la N°1- por pasajes es un armador y en otros momentos se viste de artillero implacable, como lo señala la imperial hoja de ruta.
En el debut, Cambiaso jugó con Cristian Laprida como compañero y hoy los hijos Ignacio y Cristian (h.) son sus rivales. En el estreno tuvo enfrente a Milo Fernández Araujo, que ahora es su coach en La Dolfina. “Nunca hablamos de ese partido, porque en realidad ni me acordaba de que lo había enfrentado. Me di cuenta hace poco, por un video que miraba con Poroto para mostrarle los caballos que tenía aquellos años: quería mostrarle al Lobo. Y en la grabación descubrí que estaba Milo ese día en Los Indios”, recordó.
Ayer, sus rivales también lo reconocieron: “Es un privilegio jugarle al mejor equipo de la historia, con un jugador que hace historia. Son cosas para agradecer, aunque son muy bravos para jugar: están en otra liga. Cuando te quedás un poquito perdés el Norte, porque si no terminás la jugada se vienen a mil”, señaló Facundo Sola, autor del primero de los tres goles –todos de penal- que logró anotar La Hache Cría y Polo.
Detallista, perfeccionista, jugador inconforme porque siente que siempre hay pequeñeces para corregir o pulir, Cambiaso no miró el tablero ni la gigantesca superioridad de las cifras. La mirada era a futuro, porque el estreno ya había pasado con una victoria y la comparación de juego con el debut de La Natividad lo pone por debajo en calidad. “No me gustó el sistema. No me gustó La Dolfina, pero está bueno que te pase en el primer partido. Quizás es falta de ritmo, de días sin jugar. No hicimos partidos entre nosotros por la lluvia, los torneos. Faltó motivación y cuando digo motivación es adrenalina de partido”, comentó en el palenque a LA NACION, mientras pedía una botella de agua para hidratarse.