Llegó a ser el 79° del mundo pero su carrera se frenó por las lesiones; con ilusiones renovadas, asegura que cambió su forma de jugar pero sin perder su ADN.
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Juan Manuel Cerúndolo provocó un cimbronazo en el circuito grande durante las primeras semanas de 2021, con 19 años y tres meses. Antes de jugar la clasificación del torneo de Córdoba no poseía partidos ATP, sin embargo, logró ocho triunfos consecutivos -los tres de la qualy y cinco del main draw- y se transformó en el primer argentino en ganar un trofeo en su debut en el ATP Tour, el quinto campeón de menor ranking (335°) de la historia y la raqueta nacional más joven en lograr un título desde Guillermo Coria (19) en 2001.
Una suerte de “Hannibal Lecter” del tenis, que “les come el cerebro a los rivales”, como describió, con una sonrisa, su papá Alejandro Toto Cerúndolo, haciendo una divertida comparación con el personaje de ficción creado por el novelista Thomas Harris. Sin gritar ni romper raquetas, el zurdo siguió madurando. En mayo de ese año ganó su primer Challenger, en Roma. Y en octubre de esa mágica temporada se convirtió en el primer jugador argentino en llegar al top 100 con menos de 20 años después de quince temporadas (el último en lograrlo había sido Juan Martín del Potro).

Juanma pudo llegar hasta el top 80 (79°, en enero de 2022), alcanzó la tercera ronda del Masters 1000 de Miami 2022 (se destacó un éxito ante el sudafricano Kevin Anderson) y ganó nueve títulos más en el Challenger Tour, la segunda división del profesionalismo. Sin embargo, la evolución del menor de los hermanos Cerúndolo (además, Francisco, de 26 años, y Constanza, de 24) se detuvo por problemas físicos. La máxima exigencia en el tour lo llevó a un extremo para el que, quizás, todavía no estaba del todo preparado. “Tengo un sobrehueso en la cadera, algo que genera un bloqueo en la zona en cierto punto. Cada vez que se me traba, cuando juego a alta intensidad, el psoas, un músculo tensor de la zona, se tensa de más para proteger la cadera y se rompe”, explicó el propio Juan Manuel. Interrumpió giras, empezó a visitar médicos, se angustió.
Enamorado del tenis desde chico (fue campeón del prestigioso Orange Bowl en Sub 12 en 2013 y N° 9 mundial en juniors en 2018), por primera vez comenzó a replantearse situaciones tenísticas por su estilo de juego clásico para la superficie de polvo de ladrillo. Incluso, escuchó críticas maliciosas por ese motivo. Pero, apasionado y prudente al mismo tiempo, siguió adelante, intentando estar sano (en primer lugar) e incorporando nuevos golpes y estrategias. Respetado y querido, el mundo de las raquetas hizo fuerza para verlo bien. Por eso muchos se alegraron este domingo cuando el actual 139° entró en el main draw del ATP de Buenos Aires, al vencer en la segunda ronda de la clasificación a Sumit Nagal (India) por 3-6, 7-6 (7-5), 1-0 y retiro. Este martes, por la primera ronda del cuadro principal, su rival será Román Burruchaga, que también superó la qualy (en este caso, por primera vez).
Durante el fin de semana, su hermano Francisco, 28° del tour y uno de los favoritos de la 25ª edición del Argentina Open, asistió a una rueda de prensa y se explayó con una declaración muy sincera y humana sobre Juanma, con gran afecto, algo de preocupación, pero también ilusión. “Creo que soy el primero que le gustaría que esté en el top 100, jugando torneos de ATP y compartiendo más semanas conmigo. Pero es un deporte que más allá del tenis y del físico es mental. Podés estar jugando increíble, pero si no estás bien mentalmente, si no tenés confianza, se hace difícil jugar. A él, al pasar por muchas lesiones, se le hizo cuesta arriba el hecho de jugar poco, de tener poco ritmo, cualquier dolor le molestaba, se sentía incómodo. A los 19 años estaba 70 y pico (del ranking), capaz que no con el tenis que se juega ahora, pero estaba ahí. En el tenis nadie te regala nada y te lo tenés que ganar solo. Se lesionó mucho. Recibió muchas críticas de su tenis, de la manera en la que jugaba, capaz que a él eso lo golpeó, hizo cambios y no era la manera de jugar. Al fin y al cabo, es todo un proceso: si tenés un esquema de juego y tenés que cambiarlo, lleva tiempo, no lo vas a cambiar de un día para el otro y creo que a él lo que le pasó es un poco eso. Se metió muy rápido, quizás físicamente no estaba a la altura de ese momento, entonces tuvo que ponerse… vinieron las lesiones, tuvo que adaptar un poco su juego y hoy creo que ya está más armado, sólo tiene que ganar más partidos, creérsela un poco más y creer en ese nuevo tenis que está usando, porque es difícil hacer un cambio grande en un estilo de juego”, sentenció Francisco.
“Sí… la declaración suena fuerte para el afuera, pero puertas adentro no tanto, porque con él tenemos una gran relación, hablamos un montón y me lo ha dicho muchas veces. Está bueno tener un hermano para compartir el circuito y siempre queremos que al otro le vaya muy bien. Siempre nos apoyamos en el tenis, en todo… Los dos tiramos para adelante, nos aconsejamos para ir superándonos”, le cuenta Juanma Cerúndolo a LA NACION, consciente del ruido (en el buen sentido de la palabra) que tuvieron las palabras de Fran. “Fran es impulsivo, demostrativo, calentón, demuestra las cosas hacia afuera, te manda al diablo y viene y te da un abrazo. Juanma es la antítesis: tranquilo, sereno, frío, calculador, incapaz de tener un arrebato”, retrató hace unos años, en LA NACION, María Luz Rodríguez, la mamá de los chicos.
-¿Sentís que conseguiste metas muy rápido en el tour para las que todavía no estabas tan preparado?
-Y… puede ser, pero son cosas que llegan. Después siempre supe que iba a tener una adaptación. Después de ganar el torneo de Córdoba nunca dije: ‘Ahora ya está, ya me meto’. Siempre hay torneos en los que uno pega el zarpazo, pero uno se tiene que aggiornar al nivel. No es lo mismo jugar una semana bien que hacerlo durante todo un año, no es lo mismo jugar un ATP que hacerlo durante doce meses. Y bueno, el físico me lo cobró un poco en ese momento, no estaba preparado físicamente ni entrenado como estoy hoy, es la verdad, entonces en ese momento me costó. Y tenísticamente tenía que mejorar mucho. Fue como una combinación: entre que el físico no ayudó y faltaba un poquito de tenis, se hizo una rueda de problemas. Era todo el día solucionando, solucionando… y no fue fácil. Ahora estoy mejor, en un buen momento, tratando de seguir mejorando e intentando meterme.
-Hoy se te nota disfrutando de nuevo: ¿cómo lidiaste con los malos momentos?
-En ese momento no es fácil estar. Hay que vivirlo. Hay cosas de las que uno se agarra y en base a eso vas saliendo. Hubo un montón de personas que me ayudaron… mi equipo, amigos, familia. Creo que hay que relajarse y no dramatizar tanto, simplemente aceptar las cosas que hay, porque generalmente pueden ser más simples cuando uno las desglosa, vivirlas y estar tranquilo. La carrera es larga, tengo años por jugar y no tengo que apurarme, porque en algún momento llegará.

-Sos una persona muy pensante, una característica que, a veces, en el tenis no ayuda tanto. ¿Tuviste ansiedad en estos tiempos?
-Sí, pensar mucho es bueno para algunas cosas y malo para otras. Te juega en contra cuando pensás de más y te juega la ansiedad; me ha pasado de que me agarre ese estado al ponerme a pensar muchas cosas y fue para peor. Cuando pensás, pero lo hacés como algo positivo, siendo consciente de que es para analizar las cosas y poner foco en algo, está bueno y me sirve. Hay etapas. La ansiedad no sirve y hay que sacar esos pensamientos. Pero cuando actúa como un apoyo extra, estar al tanto de las situaciones que me pasan, me gusta.
-Desde hace tiempo se advierten intentos de cambios en tu estilo de juego, siendo más agresivo que defensivo.
-Sí, tenía un juego más antiguo cuando hoy, en realidad, se juega muy rápido, muy por abajo, muy físico. Por ahí el tenis que sigo teniendo, pero que estoy modificando y que tenía hace unos años, no era tan eficiente para el tenis de hoy y tuve que adaptarlo sin perder mi ADN, que lo tendré siempre. Mi forma de jugar será la de siempre y me ha servido en muchos casos, pero sí hay que agregar cosas, es importante tener herramientas cuando no puedo hacer el juego que me encanta a mí. Hay que tener otras herramientas para salir, como sacar más fuerte o jugar por abajo más fuerte o subir a la red, tirar slice o hacer otras cosas más agresivas que quizás antes no tenía.

-Con ese estilo de juego te destacaste como junior y hasta ganaste un ATP. ¿Es difícil dejar a un lado la vanidad y aceptar que debés cambiar?
-Creo que no, eso nunca me lo dije internamente, porque, por ejemplo, crecí viendo a Federer, Nadal y Djokovic, los tres mejores de la historia, y siempre cambiaron cosas, aunque sean pequeños detalles. Hoy tenés a Alcaraz y a Sinner que modifican su saque y todo el tiempo están buscando mejorar. Eso te marca que no te podés quedar para siempre en el mismo lugar. Hay que buscar mejoras. Porque también llega un momento en el que los rivales te conocen, saben cómo jugarte y cuáles son tus debilidades. Hay que renovarse, siempre. oy me siento bien, contento, jugando este torneo, uno de mis favoritos, a cinco cuadras de mi casa, cerca del parque en el que paseamos a nuestro perro (Milos). Vengo caminando, me siento cómodo y tranquilo. Siento una energía extra. ¿Qué espero de acá en más? Ser lo más competitivo posible todo el año.
Fuente: LA NACION Sebastián Torok – Fotos: Sergio Llamera/Argentina Open – Nicolás Aguilera / CORDOBA OPEN – Gentileza hermanos Cerúndolo – LA NACION Deportes – JR / AD