En Junín, el Rojo de Vaccari igualó sin goles con Sarmiento, en el arranque de la vigésima fecha de la Liga.
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Otro empate en cero -el octavo del campeonato-, otra actuación para el olvido; una nueva frustración. Independiente no es capaz de regalarle una alegría a su gente ni aun cuando enfrenta al peor equipo de la temporada. Sarmiento de Junín supo cerrarle los caminos, incluso le creó algunas ocasiones claras para ganarle, y no tuvo mayores inconveniente para cerrar el encuentro sin goles y complicarle a los de Avellaneda su objetivo de colarse en alguna copa continental el año que viene.
El Rojo -es una manera de decir, porque juega cada vez más veces vestido de blanco- es un equipo en búsqueda permanente de identidad y estilo, por ahora sin ningún éxito. Julio Vaccari se aferra con uñas y dientes a un pretendido 4-3-3, aunque resulte evidente la falta de herramientas idóneas para ejecutarlo con continuidad y eficacia. Porque carece de desborde por afuera, ya que Santiago Montiel, zurdo cerrado, se mueve por la derecha y siempre engancha hacia el medio, y Nicolás Vallejo, titular en los últimos dos encuentros, ni siquiera intenta la gambeta. Y porque los tres volantes suelen moverse en inferioridad ante el adversario de turno y descubren sus inconvenientes para recuperar el balón si el rival es capaz de tocar con velocidad y precisión.
La consecuencia es que a Independiente le cuesta un mundo adueñarse del desarrollo de un partido y darle continuidad a su intención ofensiva. Si a eso se le suman los errores individuales en pases y centros -Adrián Spörle y David Martínez fueron esta vez especialistas destacados en la materia, pero no los únicos-, la lentitud de Federico Mancuello en la toma de decisiones y la inexistencia de un jugador “diferente” para desequilibrar en los últimos metros del campo, el resultado es que las llegadas dependen casi más de errores ajenos que de aciertos propios. Así, genera pocas y necesitaría de una contundencia que tampoco posee para aprovecharlas.
Sarmiento vive otra realidad. Sin la presión por perder la categoría, encara la recta final del torneo con la motivación de decorar una campaña paupérrima y mejorar el promedio para el año que viene, en la teoría de que no vuelvan a anularse los descensos.
Lo mejor del partido
La liberación le permitió al técnico interino Martín Funes optar por darle un toque más atrevido a su propuesta futbolística, y lo hizo a través de la mezcla absoluta: casi medio equipo con canas y DNI que indican entre 36 y 40 años; la otra mitad entre 20 y 24, y apenas el arquero Lucas Acosta y el chileno Iván Morales como representantes de la edad intermedia.
El mix, en todo caso, no le salió nada mal al entrenador local en la primera mitad. Entre los veteranos, Facundo Roncaglia (37) y Juan Manuel Insaurralde (40) se las ingeniaron para anular los pases frontales buscando la altura de Gabriel Ávalos; Gabriel Hauche (37) complicó arriba, pero sobre todo fue esencial en el retroceso para tapar las subidas de Felipe Loyola, y Nicolás Gaitán desparramó toda su sabiduría e inteligencia para jugar a uno o dos toques y encontrar los pasillos para filtrar con peligro. De los más chicos, fueron punzantes Joaquín Gho por derecha, y Manuel Mónaco desprendiéndose por el centro para llegar al área rival, aunque falló tres veces en el remate, dos de ellas muy favorables, a los 39 de la etapa inicial y a los 12 de la segunda (gran atajada de Rodrigo Rey con el pie).
Aun a pesar de los múltiples defectos de ambos, la primera parte resultó más que digerible, con ataques de ida y vuelta y un puñado de acciones con peligro. Entre ellas, un rechazo de cabeza de Hauche en la línea ante un remate llovido de Mancuello nacido de una mala salida de Acosta, y un mano a mano de Morales con poco ángulo que tapó Rey.
La digestión se tornó más compleja en los 45 finales. Todo fue peor. Trabado, lleno de errores. Muy aburrido. Vaccari fue cambiando las piezas de ataque, pero mantuvo inalterables las posiciones, una postura que puede ser vista como una muestra de convicción en su idea, aunque también invita a sospechar que tampoco tiene otras que ofrecer. El local fue perdiendo fuelle e intensidad, y enamorándose de un 0 a 0 que le viene bien a su período de transición. El choque se fue deslizando lentamente hacia la nada.
Independiente sigue engrosando sus estadísticas. Acumula una docena de encuentros sin derrotas en la Liga Profesional, y al mismo tiempo, 12 empates en 20 partidos en el torneo, y 17 en 34 en todo el año. Le hacen casi tan pocos goles como los que marca. Mantiene las chances para entrar en la Sudamericana 2025, pero sabe que sumando de a uno es posible que no le alcance. No es capaz de ganarle ni de demostrar superioridad sobre uno de los peores conjuntos de la temporada y no convence ni a propios ni a extraños. Es un equipo a medias, quizás un proyecto, tal vez una quimera, y habitualmente, una constante frustración.
Fuente: Rodolfo Chisleanschi PARA LA NACION – Fotos: Club Atlético Sarmiento – LA NACION Deportes – Video: ESPN / – LA NACION Deportes – JR /AD