En una de las tribunas se colgó un cartel con el mensaje: “Respeten a la historia. Falcionis nunca más”; luego el equipo se impuso por los goles de Ferreyra, Leandro Fernández y Batallini.
Hacía falta que lloviera mucho, incluso que granizara como ocurrió durante algunos minutos del segundo tiempo, para que Independiente volviera a disfrutar de una jornada feliz. Después de una larga serie de frustraciones, el Rojo aprovechó las infinitas debilidades de Aldosivi para quitarse la mufa con un 3-0 inapelable que al menos servirá para calmar los nervios por unos días.
La tardecita se presentaba llena de malos augurios en Avellaneda, y no solo por el cielo plomizo y la tormenta que pasó de amenaza a realidad o las dificultades del tránsito para llegar al Bochini en día de trabajo y con horario inusual. La contundente caída del Rojo en La Plata ante Gimnasia el sábado pasado, la racha de seis partidos sin ganar (y la más prolongada de apenas un triunfo en 13 encuentros) mantienen encendidos los ánimos de los hinchas y prácticamente nadie queda a salvo. La crítica abarca a casi todo el plantel, pero apunta con más enjundia a los responsables de armarlo -la directiva y en menor medida Daniel Montenegro- y estalla con toda su fuerza sobre la figura de Julio César Falcioni.
El gol de Ferreyra
El técnico que se fue y volvió en el escaso lapso de ocho meses se había retirado bajo un coro de insultos tras el partido contra Vélez hace dos semanas y la bronca se recrudeció de tal modo luego de la pobrísima actuación en el Bosque que incluso motivó un par de amagues de renuncia. Los dirigentes lograron postergarla a duras penas a expensas de lo que pasara frente a Aldosivi. En una de las tribunas se colgó un cartel con el mensaje: “Respeten a la historia. Falcionis nunca más”.
La falta de resultados, el renqueante estado físico que demuestra el equipo en los tramos finales de los 90 minutos, la ausencia de una idea de juego reconocible y algunas decisiones especialmente irritables terminaron de envenenar una relación con la gente que nunca fue del todo buena.
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Ninguna de esas determinaciones provocó mayor malestar que la vuelta a la titularidad de Sebastián Sosa con el único argumento de ayudarlo en su lucha por estar en el avión de la selección uruguaya que acuda a Qatar. “Somos Independiente, no una sociedad de beneficencia”, se oyó y leyó en su momento cuando la medida se hizo realidad. El grosero error del arquero en el gol del empate de Vélez y la foto que retrata su tardía reacción en el tercer tanto de Gimnasia aumentaron aún más el peso en la ya cargada mochila del Emperador. Por eso no extrañó que, una vez citado para la última ventana FIFA antes del Mundial, Sosa regresara al banco, como un intento de apaciguar el ambiente.
Pero tuvo fortuna el Rojo, porque en semejante contexto tener enfrente un rival como Aldosivi es un auténtico bálsamo. Frágil por donde se lo mire, fiel a su posición en puestos de descenso y a una actualidad plagada de problemas extrafutbolísticos, el Tiburón fue un compendio de errores del cual hasta un Independiente ansioso y con múltiples falencias supo sacar ventajas.
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Con el simple recurso de apretar en el medio para después buscar por afuera y acabar con centros al área, el Rojo empezó llevándose por delante a los marplatenses hasta que a los 16 una cortada de Lucas Romero dejó solo a Facundo Ferreyra, que ante la salida de José Devecchi definió con clase para gritar gol por primera vez con esta camiseta.
A partir de ahí, el conjunto que dirige Leandro Somoza quiso dar un paso al frente y el local encontró espacios y tiempo disponibles para la contra. Acertó una vez antes del descanso – buen pase de Leandro Benegas a su tocayo Fernández por derecha, enganche, pausa y zurdazo arriba a los 33- y falló otras porque Damián Batallini sumó varios porotos más a su colección de desprolijidades.
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Fue sumando delanteros Aldosivi en el segundo tiempo para cambiar la cara, sabedor de que a su oponente le cuesta sostener ventajas en el marcador (tal como había sucedido en los cuatro partidos anteriores), pero salvo un remate cercano de Javier Iritier que Álvarez rechazó con los puños, el Rojo vivió el día más tranquilo de los últimos tiempos.
Si la definición del choque se demoró más de la cuenta fue más por la ineficacia del local que por la labor de su adversario. Un offside de Benegas anuló un tanto que había marcado Romero (mucho más participativo y llegador gracias a la presencia de Iván Marcone en el medio); el travesaño devolvió un disparo de Fernández; y Benegas y Ferreyra dilapidaron chances claras… Recién a los 26 una acción embarullada de Fernández que concretó Batallini acabó con la incertidumbre.
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Volvió a ganar Independiente, sumo por fin de a 3 Falcioni en este ciclo y se ganó una vida extra. Esta vez, un viento frío y la lluvia despidieron al equipo en medio de los aplausos. Como para dejar abierta la duda si la victoria es de verdad una manera de empezar a olvidarse de las tempestades.