Una genialidad del crack que volvió al equipo en donde fue campeón finalizó en el tanto en contra del arquero Espínola, pero el gesto técnico fue tan sorpresivo como excelente, lo mejor del equipo de Falcioni, que hizo de local en Paraná.
La gente de Colón estaba esperando, como siempre lo hace, algo más de Luis Miguel Rodríguez. Y el Pulga le regaló nuevas sonrisas. Primero, con uno de los que suele decirse “gol olímpico”, con la complicidad del arquero visitante, y después con un penal que fue otra lección para los que recién comienzan. Esa fue la diferencia, la gran diferencia, entre Colón 3 y Godoy Cruz 1. Volvió la magia del entendimiento entre el club que lo siente su actual ídolo y el hombre que sabe que con sus destellos se siente feliz. Fue un reencuentro cara a cara entre el jugador y su gente, que volvió de Paraná hablando casi exclusivamente de la figura del cotejo.
El domingo, un taco habilitó a Beltrán para la igualdad ante Boca. Esta tarde, en el “Presbítero Grela” de Patronato, en Paraná, donde el sabalero jugó como local mientras aguarda que su campo de juego esté en condiciones tras los cambios en el césped, Rodríguez volvió a ganarse la confianza de su gente y reivindicó su pasado con esta casaca, aquella que en Córdoba, el año pasado, se consagró campeón por primera vez en 116 años.