El equipo de Gallardo sufrió un 1-2 en el Monumental ante un efectivo Taladro. En las tribunas hubo murmullos para los jugadores.
A este River en crisis no hace falta buscarlo demasiado para doblegarlo: alcanza con esperar el momento. Y eso fue lo que hizo Banfield para dar el golpe en el Monumental e imponerse 2-1: esperó a que los dirigidos por Marcelo Gallardo le den la posibilidad y las capitalizó. Así, el Millonario parece despedirse de la lucha por el título de la Liga Profesional y pone en duda la participación en la próxima Copa Libertadores.
Resulta extraño el andar de Gallardo en este 2022. Luce como un inexperto conductor de autos, que mete volantazos ante una pequeña (o gran) adversidad. Lo que se recomienda en esas situaciones, dicen los que saben, es agarrar firme el volante, aguantar y volver a la línea desacelerando y con calma. Y parece no estar haciendo caso el Muñeco y por eso no ha consolidado a un equipo titular.

Para muestra alcanza con poner la lupa en Lucas Beltrán. El cordobés fue titular en el juego previo al Superclásico contra Barracas Central y era quien mejor llegaba para la Bombonera por las molestias físicas de Pablo Solari. Pero el Vikingo fue el último delantero en la consideración del DT. Sucedió que entró y en un rato evidenció lo que se sabía. Entonces frente a Banfield volvió a estar desde el inicio.
Pero le cuesta a River la temporada. Había que analizar cómo reaccionaba el equipo y la gente tras el golpe ante Boca. De entrada, hubo aliento del público que colmó el Monumental, otra vez. La ovación de siempre para Gallardo y los aplausos para los futbolistas, especialmente aquellos que estuvieron en días de gloria. Así, salió con ganas el local, con deseos de demostrar, con ansias de llegar al gol. Aunque todo eso duró 10 minutos y no se materializó en llegadas.
El dibujo esta vez fue un 4-3-1-2. Hubo descanso para Enzo Pérez y Milton Casco. El enganche fue Agustín Palavecino y a esta altura conviene preguntar porque Gallardo nunca prueba con Nicolás De la Cruz en esa posición. El uruguayo volvió a ser el más participativo y sus encuentros con Beltrán fueron lo mejor del equipo. Demasiado poco.
No jugó bien River y no fue producto de lo que hizo Banfield, que se plantó con un simple 4-4-2 vertical. Es decir, intentó jugar al contragolpe, tal como lo había hecho en la Bombonera hace unas semanas. Y de una contra golpeó con una volea de Alejandro Cabrera, que capturó el rebote en el travesaño de un disparo de Juan Cruz. Iban 26 minutos.
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