Por qué el estreno del director técnico dejó lugar al optimismo en el club de Avellaneda.
De traje y con corbata, Fernando Gago se presentó como entrenador de Racing con una derrota como visitante ante Rosario Central. Fue un 2 a 1 ajustado, que deja con las manos vacías a un equipo que mereció un poco más de suerte. La caída estira la mala racha de la Academia (una victoria en los últimos 12) y complica aún más su chance de meterse en zona de clasificación, pero el estreno del DT dejó lugar al optimismo.
Gago llegó al Gigante de Arroyito con sólo dos prácticas, la de presentación el jueves y la del viernes, la última antes de partir hacia Rosario, que suele usarse para entrenar la pelota parada. Dado el contexto, el ex mediocampista la aprovechó para hacer tareas tácticas y buscar variantes de nombres y de posiciones. Apenas 72 horas llevaba como entrenador académico cuando se sentó por primera vez en el banco de suplentes. Así y todo le alcanzó para cambiarle la cara al equipo.
Lo mejor del partido
“¿Cómo se lo puede levantar? Con trabajo. De mi lado va a haber muchas ganas, mucha dedicación. Lo que se puede prometer de mi parte es que voy a tratar de que sea un equipo que de gusto ver”, había dicho Gago en su presentación, audaz para declarar, cuando hubiera podido abrir varios paraguas de excusas. “Hay intérpretes para jugar al fútbol que a mí me gusta. Quiero un equipo intenso, agresivo y que tenga deseo de ganar”, se comprometió en su primera aparición pública con el escudo de la Academia. Algo de eso se vio en el debut.
Hubo un sólo cambio de nombre respecto a la última formación que había dispuesto Claudio Úbeda, el martes pasado, en el empate 1 a 1 ante Unión en esta misma provincia. Y fue un cambio obvio: le hizo lugar a Eugenio Mena, ya recuperado de su lesión muscular, el mejor jugador de Racing en el año. Pero hubo cambio de posiciones y de esquemas. Como había anunciado en el vestuario el jueves pasado cuando asumió, jugó 4-3-3. Y eso implicó que algunos jugadores se muevan por zonas distintas a las que lo venían haciendo.
Mauricio Martínez se paró como mediocampista central. Quien ocupó la zaga, entonces, fue Fernando Prado. Ante Unión el primero había sido marcador central y el segundo, lateral. Como internos a los costados de Martínez jugaron Aníbal Moreno y Rojas, acaso sus puestos naturales, donde más cómodos se sienten. Durante el primer tiempo le pusieron dinámica y fútbol al equipo. Adelante, Gago apostó por Copetti y Chancalay como wines que fueron cambiando de banda y Lisandro López como 9, aunque Licha se movió por toda la cancha para buscar espacios.
Los primeros 45 minutos de Racing fueron muy buenos, como si el equipo estuviera a la espera de una identidad después de un semestre en el que siempre lució desdibujado. Fue agresivo y con mucho despliegue físico, algo que no mostraba desde la salida de Sebastián Beccacece. El equipo visitante fue el dominador desde el arranque, algo que había podido hacer contadas veces en el año. A los ocho minutos, la Academia ya había transformado a Jorge Broun en la figura del partido: primero para tapar una volea de Rojas, luego para volar ante un derechazo de Chancalay. En el último minuto del juego, el arquero también descolgó del ángulo un cabezazo de Carlos Alcaraz.
Para la segunda mitad, acaso Racing sintió el desgaste. Encima, entró rápido en desventaja por el bombazo de Gino Infantino. Mostró reacción para el 1 a 1. El gol se fabricó desde las manos de Arias hasta la cabeza de Copetti. El arquero salió del fondo con Moreno, que dejó para Martinez. El mediocampista trasladó y abrió para Licha, que de wing izquierdo metió un centro preciso para el testazo del ex Rafaela. Cinco toques para pasar de un área a otra y llegar al gol. Parecía que se cerraba 1 a 1, pero una palomita de Marco Ruben inclinó el partido para Rosario Central.
En este mismo campeonato Gago ya se había sentado en el banco de suplentes visitante del estadio de Rosario Central. Por la fecha 4 del torneo, cuando aún no había público en las tribunas, se llevó un triunfo por 2 a 1, que desde el juego fue mucho más holgado.
Fue de esos buenos partidos de Aldosivi que llevó a que algunos pongan sus fichas en el equipo dirigido por el ex Boca. La sensación, luego, duró poco. En el Tiburón fueron 26 partidos: ganó 7, empató 3 y perdió 16, con 30 goles a favor y 45 en contra. Ahora sabe que no podrá repetir esa cosecha: en las siete fechas que le quedan hasta el final del campeonato debe asegurar la clasificación de la Academia a las copas internacionales. Racing sigue en el noveno puesto, el último escalón para la Sudamericana. Con un triunfo en los últimos doce partidos, quienes lo persiguen están cada vez más cerca, como el propio Central.