El 1-1 no quebró la paridad del último tiempo. Rogel abrió la cuenta en el primer tiempo y Tarragona equilibró las acciones en el complemento.

LA PLATA.- Era una linda oportunidad para que el clásico platense se aparatara del camino de los empates. Esa posibilidad quedó en eso. En la mera chance. Estudiantes y Gimnasia volvieron a empatar. Esta vez fue 1-1, como el cruce anterior, pero antes habían igualado 0-0 y 4-4. En los últimos dos años el enfrentamiento más importante de la ciudad de La Plata vive sin ganadores. El Pincha se puso en ventaja con el tanto de cabeza de Agustín Rogel y el Lobo se repuso con una precisa definición de Cristian Tarragona (la figura).

En el final del encuentro, mientras Patricio Loustau festejaba con sus colaboradores haber terminado el clásico en paz, se vio al arquero Rodrigo Rey provocando a los hinchas locales: tras saludar a la popular, el 1 de Gimnasia se llevó la mano al pecho y señaló el escudo. Seguramente el arquero sufrió cantos e insultos durante el partido (como suele suceder en todas las canchas), pero eso no justifica la reacción. Eso generó un tumulto entre los jugadores y luego siguió la acción en los bancos de suplentes por unos minutos. No pasó a mayores, pero se vivió un momento de tensión.

Más allá de que los dos buscaron el triunfo, quedó la sensación de que el 1-1 no le cayó mal a ninguno. Ambos esquivaron la derrota y eso, en el debut de un torneo, es sacarse un problema de encima. Si bien en el final lo buscó más el León, la igualdad resultó justa. Lógica.

Durante buena parte del primer tiempo Gimnasia  fue levemente superior. En la media hora inicial el Lobo se mostró más cómodo y, también, más ambicioso. En un marco de paridad, la visita logró plantarse en campo contrario y esa postura obligó a Estudiantes a replegarse. A resguardarse en su territorio y protegerse.

Lo mejor del clásico

En ese lapso, Brahian Alemán gravitó más que los volantes centrales del Pincha, Johan Carbonero le ganó la pulseada a Leonardo Godoy y Tarragona se mostró participativo en el frente de ataque. Sin una gran supremacía, Gimnasia exhibía un semblante saludable: firme atrás y activo en ofensiva. La única situación de riesgo en ese pasaje del partido, de hecho, fue para el Lobo que exigió a Mariano Andújar con un potente remate de Eric Ramírez.

Estudiantes reaccionó recién en el tramo final de la etapa inicial y lo hizo gracias a tres participaciones incisivas de Emmanuel Mas. Primero mandó un centro que Mauro Boselli cabeceó afuera, después remató y tapó Rodrigo Rey, y en la tercera desniveló y habilitó a Rogel que convirtió de cabeza. En una ráfaga, el Pincha realizó todo lo que no había hecho en el comienzo. El 1-0, en UNO, provocó un estallido. Una estampida. El primer gol de un clásico platense en el nuevo estadio albirrojo. Un verdadero rugido.

El equipo de Néstor Gorosito, lejos de derrumbarse, reaccionó enseguida. Y si no lo empató en la jugada siguiente fue por la buena respuesta de Andújar que le atajó un mano a mano a Carbonero.

Así se fueron al descanso, con la victoria parcial de Estudiantes. Pero Gimnasia comenzó el complemento con la misma determinación que había finalizado la parte inicial. Y el conjunto de Ricardo Zielinski descuidó al rival más peligroso: Tarragona. El Pincha perdió al delantero y el goleador –tras el pase de Ramón Sosa– definió cruzado para el 1-1. Una inyección de silencio para todo el estadio.

En el resto del juego no hubo un dominador absoluto, aunque Estudiantes generó un poco más en ataque. La mejor del Pincha, en ese segmento del partido, fue un doble cabezazo que tapó Rey. Del lado de Lobo, lo más peligroso resultó un remate de Carbonero de media distancia que atajó Andújar.

Un empate lógico que mantiene la paridad del último tiempo: dos años, cuatro encuentros, cuatro empates.