En el Nuevo Gasómetro, por la 4° fecha, empató 1-1 con el Taladro; había quebrado el cero con un golazo de Uvita Fernández, pero Ramiro Enrique igualó enseguida; de todas formas, se ve un equipo mejorado de la mano de Montero.

Algo se modificó en San Lorenzo desde la llegada de Paolo Montero. Atrás parece haber quedado un semestre inicial muy opaco. Hay otra actitud, otros rostros, ya no se muestran derrotados en el campo de juego. Es cierto, no ganó, lejos estuvo de brillar y el 1 a 1 ante Banfield resultó lo más justo, pero en el aire se esbozan algunas tímidas sonrisas. No es poca cosa después de varios comienzos de ciclo que se vivieron como pesadillas.

Al igual que en el triunfo ante Boca (el DT Montero repitió el equipo titular), San Lorenzo quiso tomar la iniciativa. Amparado en la experiencia de Néstor Ortigoza y el talento de los hermanos Ángel y Oscar Romero se lo ve la búsqueda de ser un conjunto práctico y resolutivo. Presionó con más decisión, aunque le costó encontrar más espacios.

Lo mejor del partido

Banfield, otro de los invictos, llegaba al Nuevo Gasómetro con cuatro encuentros sin perder como visitante. El equipo que comanda Javier Sanguinetti se fue acomodando en el terreno. Ajustó más su esquema en el medio y complicó al local. Aparecieron entonces las situaciones para desnivelar y el Taladro tuvo la primera ocasión de peligro. A los 16 minutos, Giuliano Galoppo -la figura del partido- sacó un zapatazo desde afuera del área que se estrelló en el palo izquierdo de Sebastián Torrico. Un dato: el arquero, al igual que Ortigoza, cumplió 200 partidos con la camiseta del Ciclón.

Con el correr de los minutos el ritmo de juego fue bajando y casi no se generaron acciones de peligro en las áreas. No se podrá negar que hubo ímpetu y entrega en el primer tiempo, pero faltó profundidad. Todo era trabado y muy parejo. A los 34 otra vez se arrimó Banfield, ya más incisivo: Emanuel Coronel envió un centro preciso al corazón del área y Galoppo cabeceó a las manos de Torrico. Así se iban los primeros 45 minutos, cambiantes, por momentos entretenidos. En realidad, no merecían irse con un marcador sin goles. El Ciclón tuvo una en los pies de Nicolás Fernández, pero el delantero se enredó, tardó demasiado en definir y le robaron la pelota.

El segundo tiempo arrancó cargado con una montaña rusa de emociones. Nada hacía prever que se iba a asomar semejante lapso, pero las alegrías llegaron todas juntas y de golpe. Todo se modificó abruptamente. Fue el propio “Uvita” el que rompió el letargo con un golazo -de zurda y desde afuera del área grande- a los 6 minutos. Un bombazo espectacular.

Pero el Taladro no sintió el impacto, el golpe a la mandíbula. Rápidamente, Joel Soñora guapeó una pelota, Banfield encontró espacios ante un San Lorenzo que estaba parado muy adelante y Ramiro Enrique definió con mucha clase ante la salida desesperada de Torrico. Esos 15 minutos iniciales fueron lo más lindo del compromiso. Primero San Lorenzo y después Banfield emitieron señales tanto de lucidez como de descalabro. Antes y después de esos momentos vibrantes, eléctricos, el local dependió de lo que pudieran hacer los hermanos Romero; en el club del Sur, el panorama fue similar en virtud de lo que lograran exhibir Galoppo, Soñora y Enrique, un tridente siempre activo. Juan Álvarez fue otro de los que mostró más sacrificio.

El cierre del partido resultó parejo, una vez más. Sin ventajas. Pero vale destacar que, a pesar de las circunstancias, el semblante de San Lorenzo es diferente. Se ve en Boedo una marcada recuperación luego de una primera mitad del año para el olvido bajo la conducción de Diego Dabove y luego un interinato de Leandro Romagnoli.

En la otra vereda, a Banfield se lo vio valiente y resistente. Por momentos recuerda a aquel equipo que en el arranque de este año disputó una final ante Boca. Podrá modificar algunas piezas, pero su esencia no desaparece: sólido, confiable, con ráfagas de buen juego, con chicos vertiginosos. Y a todo eso le imprime solidaridad.

Lo cierto es que el empate fue justo y tuvo dos goles muy bonitos. San Lorenzo acumula cinco partidos sin perder como local. Y los dos se marcharon del Nuevo Gasómetro con la frente alta.