Se cumplen 26 años del partido que marcó la vuelta de Enzo Francescoli a River Plate. Frente a Nacional de Montevideo en el Monumental, por la Supercopa 1994, Enzo convirtió de penal el gol que abrió el marcador. Repasamos la carrera de uno de los máximos ídolos modernos de la historia «millonaria».
Frío, muchísimo frío. La gente tenía un motivo excluyente para llenar el estadio Monumental un miércoles a la noche. Volvía el “Príncipe”, tras ocho años de exilio futbolístico. El partido fue una excusa, lo importante era verlo a él. ¿Cómo estará? ¿Seguirá siendo el mismo? Las dudas fueron rápidamente disipadas, Enzo Francescoli estaba “entero”.
El partido terminó 2 a 2 y River no pasaría de cuartos en aquella edición de la vieja Supercopa, perdiendo por penales con Boca Juniors en una apretada serie. Pero la gloria le deparaba un par de sorpresas más.
DE BOTIJA A MILLONARIO
Enzo nació en Montevideo el 12 de noviembre de 1961. El fútbol siempre estuvo en su vida, y hay muchos mitos en torno a sus inicios, pero él mismo se encargó de aclararlo en El Gráfico:
“Un día me probé en River (Uruguay), quedé, pero falté a la segunda cita porque preferí seguir con mis amigos. Yo iba a un Colegio Salesiano y con el equipo de ahí salimos campeones cinco años seguidos. Con Peñarol pasó lo mismo. Fui a Las Acacias, había 6 mil pibes, toda la tarde mirando, jugué 20 minutos y Mosquera dijo: “Anotá al flaquito”. Había pasado el primer filtro. A la salida, le dije a mi viejo: “No sé si voy a venir, pá, otra vez mirar toda la tarde no quiero”. Y no fui.
Estaba en mi último año de Colegio y un amigo del barrio, Gustavo Perdomo, jugaba en las inferiores de Wanderers. También jugábamos en la esquina. “El nuestro es un cuadrazo, los agarramos a los de Wanderers y les hacemos cinco”, le dije, bien de barrio. Hicimos un partido, me vieron jugar y me vinieron a hablar Martiarena y Giacoia, dos personas a las que respeto mucho. Me propusieron fichar, y como terminaba el colegio, acepté. Aparte iba con mi amigo.
En 1980, debutó en la primera de Montevideo Wanderers y rápidamente se afianzó en el equipo titular. El “flaquito” elegante llamaba la atención, era fino en todo sentido. Wanderers, en una gran campaña, quedó subcampeón del torneo uruguayo detrás de Nacional.
En 1981, se consagró campeón con el seleccionado nacional en el Sudamerciano Sub-20 de Ecuador, para luego llegar a cuartos de final de la Copa del Mundo Juvenil jugada en Australia ese mismo año. En 1982, Uruguay participó de la Intercontinental Cup – disputada en la India- la cual también conquistó.
PARA UN MILLONARIO, UN PRÍNCIPE
Rafael Aragón Cabrera nunca pensó que se enfrentaría a una negociación tan ardua por un jugador. En algún momento el Milan se metió en el medio, pero la persistencia de River pudo más. Francescoli pasó al club de Nuñez a cambio de U$S 310.000 en dos cuotas y el 20% de una futura venta.
Su estreno llegó el 24 de abril de 1983, en la victoria frente a Huracán. Ese mismo año, Enzo fue la figura de la Copa América 1983, que no tuvo sede fija, y que terminó con otro título de Uruguay.
A Enzo le costó el mundo riverplatense. En los comienzos, sus rendimientos no eran los mejores y fue bastante criticado por los medios argentinos.
En 1984, ya mostrando algunas pinceladas de su talento, Francescoli tomó una decision que le cambió la vida. America de Cali vino a buscarlo y el pidió una fortuna para no ir, porque su decisión era triunfar en River. Y lo logró.
LA RECONCILIACIÓN
“Una pequeña decisión puede terminar siendo la gran decisión de tu vida. A veces uno decide con el corazón. Eso hice yo en 1984”.
Enzo no se equivocó. Su rendimiento creció, se coronó campeón en el Campeonato 1985/86, siendo el máximo goleador con 25 tantos. En febrero de 1986, anotó uno de los goles más recordados de su carrera en Mar del Plata, con una extraordinaria chilena contra la Selección Polonia. Ese año, después del mundial de México, fue transferido al Racing de París, y le quedó la deuda pendiente de jugar la Copa Libertadores ni de la Intercontinental.
IDA Y VUELTA
Entre 1986 y 1994, Enzo construyó su carrera en Europa. Racing de París, Olympique de Marsella, donde fue campeón, su salto a Italia para jugar en Cagliari, Torino y finalmente el tan esperado regreso a River.
Otra vez en Nuñez, se dio el gusto de ganar la Copa América 1995 nuevamente con Uruguay, y si algo le faltaba a esa vuelta, se coronó campeón de la Copa Libertadores 1996 y la Sudamericana 1997. Además de los Apertura 94’, 96’ y Clausura 97’ a nivel local. Francescoli le puso punto final a su carrera el 21 de diciembre de 1997.
Pasaron más de quince años, hasta que en 2013 decidió volver a River, ya con otra figura, la de manager deportivo. Convocado por Rodolfo D’Onofrio, su primera elección de un entrenador fue Marcelo Gallardo. Sin dudas, una decisión que le cambió no solo el presente, sino el futuro al club.
Enzo, el hijo de Ernesto y Olga, es historia viva no solo de River, sino de la selección de Uruguay. De aquellas tardes de fútbol en el equipo de los “salesianos”, a este presente en uno de los equipos más grandes del mundo. Vincenzo, cómo iba a llamarse, “carretilla” como lo apodaron de chico por su mandíbula, se convirtió en un «Príncipe», aunque sus méritos deportivos lo llegaron a convertir en rey.
Fuente: Redacción El Gráfico – Fotos: El Gráfico