El Lobo y el Globo necesitaban un triunfo para salir de la mala racha pero el esfuerzo no bastó: fueron presas de sus propias limitaciones.
No cambió nada este cero a cero que ofreció bastante poco. Por el resultado, que no les da impulso, pero también por el juego escaso, la falta de creatividad y, sobre todo de contundencia. Eso fueron Gimnasia y Huracán. Por eso no hubo alegrías para repartir en 60 y 118. Apenas un repetido desencanto.
Fue parejo e intenso ese primer tiempo en el Bosque. El cero repartido no retrató lo sucedido en el campo de juego. Sobre todo, porque no quedó la impresión de que alguno apostara a modo de prioridad al empate. Dicho de otro modo: los dos -con sus limitaciones en varios aspectos, es cierto- merecieron convertir. Y ponerle voz y grito a ese estadio vacío, el último que cobijó a Diego Maradona, ya ícono del Lobo.
Se puede dividir en tres tramos esa primera mitad: la inicial, que exhibió a un equipo local demostrando tal condición, sin demasiado brillo, pero con tenacidad en la búsqueda sobre todo a partir de su dominio en la mitad de la cancha. Sin embargo sus aproximaciones, entonces, fueron poco profundas. El intermedio, que le perteneció a un Huracán más movedizo. Salió limpio desde el fondo, fue preciso en el medio y llegó por las bandas. Faltó definición. En ese segmento se dieron las dos llegadas más claras: a los 27 minutos, Holgado se perdió un gol desde abajo del arco de manera increíble. Si lo estuviera dirigiendo Maradona ya nos encontraríamos con una frase para guardar para siempre. Tres minutos después, luego de una valiosa jugada colectiva, un zurdazo de Cristaldo pasó a casi nada del arquero Rey.
#LPFxTNTsports | ¡HAY ARQUERO! Marcos Díaz respondió ante el remate de Eric Ramírez. pic.twitter.com/ajN6SjTHaQ
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La última de esas partes fue de ida y vuelta. Llegaron ambos. A Huracán le faltó puntería en sus delanteros. Gimnasia se encontró con Marcos Díaz. En la más clara, el uno del Globo de Newbery mandó al corner un tiro libre al ángulo derecho. Sólo eso garantizó el cero hasta entonces.
El complemento fue la contracara de aquella etapa para el entusiasmo, para la posibilidad de un gol, para no ser -como decía (y dice) Eduardo Galeano– «mendigos de un poquito de fútbol». Fue un poco más Gimnasia, es cierto. Estuvo más cerca, pero sobre todo por lo poco que brindó Huracán. Se le apagaron las luces a los de Parque de los Patricios.
No sirvieron los ingresos de los emblemas tampoco. Ni Luis Miguel Rodríguez en Gimnasia ni Patricio Toranzo en Huracán. El juego siguió siendo igual: de bajo vuelo, de fricciones, de llegadas escasas, de meras tibias aproximaciones.
Hubo, eso sí, una jugada que podría haber cambiado el desarrollo y el resultado: a los 14 minutos, Merlos anuló un gol de Domínguez. El delantero de Gimnasia estaba en la misma línea que los últimos dos defensores de Huracán. Cuando salió sustituido hizo lo único que podía hacer: sacar su bronca con un insulto al aire. En esa escena quedó definido el ánimo de Gimnasia tras el encuentro. ¿Y Huracán? Casi lo mismo. O lo mismo: otro empate que lo preocupa para cuando los promedios golpeen la puerta.
#LPFxTNTsports | ¿FUE OFFSIDE? Alexis Domínguez metía el primero del partido, pero el juez cobró posición adelantada. pic.twitter.com/uORFWBaraJ
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