Allá vamos mundo nuevo». Esas cuatro palabras eligió Diego Schwartzman, el mejor tenista latinoamericano del ranking de singles de la ATP (13° del mundo) para anunciar su viaje a los Estados Unidos, el país con más casos de personas infectadas por el coronavirus, con miras al potencial regreso del circuito, desde el 20 de agosto en Nueva York, con Cincinnati y el US Open.
Schwartzman, de 27 años, viajó anoche a Miami junto con su novia (Eugenia De Martino), uno de sus entrenadores (Juan Ignacio Chela) y su preparador físico (Martiniano Orazi). El Peque y su equipo tienen planificado trasladarse a Bahamas, donde la pandemia está muy controlada (326 infectados, 11 fallecidos). En el país del Caribe, además, ya hay tenistas entrenándose a la espera de la reanudación del tour.
«Todo muy raro, pero volvemos a subir a un avión con mucha ilusión de volver a competir», añadió Schwartzman en sus redes sociales. El jugador y sus tres acompañantes tuvieron que realizarse un test de coronavirus para presentar los resultados al ingresar en los Estados Unidos. Tras la cancelación del ATP 500 de Washington, el primer torneo masculino en el calendario es Cincinnati, que se disputará en el USTA Billie Jean King National Tennis Center, el complejo donde se desarrolla el Abierto de los Estados Unidos.
El último partido de Schwartzman antes de la cancelación del circuito fue el 14 de febrero pasado, en los cuartos de final del ATP de Buenos Aires, cuando derrotó, en 3h41m, al uruguayo Pablo Cuevas por 7-5 en el tercer set y no pudo presentarse a las semifinales del día posterior por haber sufrido un desgarro.
El retorno del circuito de tenis profesional ya tiene sus fechas programadas (para las mujeres, en el WTA de Palermo, Italia, desde el 3 de agosto), pero las autoridades de los distintos organismos monitorean la situación semana tras semana. En las últimas horas, el director ejecutivo de Tennis Australia, Craig Tiley, informó que el Abierto de Australia ya tomó la decisión, con miras a la edición 2021, en enero, de reducir la cantidad de asientos para mantener el distanciamiento social, que los jugadores deberán convivir en una «burbuja» de bioseguridad que se creará en los hoteles oficiales y que probablemente no haya espectadores extranjeros (quizás, únicamente, de Nueva Zelanda).
«No alcanzaremos los números que tuvimos el año pasado, con un récord de 821.000 espectadores. Nuestros fanáticos serán de los estados de Melbourne y Victoria, interestatales, y también potencialmente neozelandeses, si levantan las restricciones fronterizas. Pero el 15% que obtenemos del extranjero probablemente no estará aquí», expresó Tiley, según la agencia AP.