Triunfo histórico en el contexto más adverso de su historia por las 20 bajas por covid, con un arquero que no lo es y los jugadores que le quedaban venció 2-1 a Independiente Santa Fe y dio un gran paso a la clasificación a los octavos de final.
El partido ya era histórico, porque River lo debió afrontar en las condiciones más adversas en sus más de 100 de vida. Y también pasará a ser inolvidable porque lo sacó adelante sin sucumbir al covid-19 que le aisló a 20 futbolistas. Una página imborrable para River, por un contexto sin antecedentes y una respuesta dentro de la cancha que le hace inflar el pecho de orgullo. En la debilidad extrema, sacó fuerzas. Disminuido, se agrandó todo lo que le dieron su corazón y carácter.
Detrás del 2-1 ante el tibio Independiente Santa Fe hubo un River que, en medio de la obligada improvisación, actuó como un equipo de 11 gladiadores. De un espíritu granítico para golpear rápido con dos goles y armar una coraza para defender a Enzo Pérez, que después de toda una vida trajinando de área a área, a los 35 años, con 1,78 de altura, se puso un buzo fluorescente y los guantes de arquero. Sin el oficio del puesto, defendió el escudo como hincha de River que es.