El equipo nacional se impuso por 4 a 0 y la mendocina fue la gran figura con dos asistencias y su magia intacta.
El contador marcó 1116 días. ¿Qué se puede hacer en ese lapso de tiempo? Atravesar una pandemia aparece ahora como una opción. Para Estefanía Banini, el número es su medidor personal de la distancia con la selección argentina: el período en el que estuvo relegada del equipo y que ayer, en Armenia, pareció quedar enterrado por su propia fuerza futbolística. Ya había vuelto en los amistosos preparatorios contra Chile, ya había ingresado en el partido debut contra Brasil, pero ayer y desde el arranque, marcó el pulso del ataque para dar dos asistencias e imponer el ritmo de la goleada contra Perú por 4 a 0, tres años después de haber sido desafectada del equipo nacional. Como escribió el uruguayo Eduardo Galeano, la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Ni en llovizna cae del cielo la buena suerte. Por eso las gotas del eje cafetero colombiano, el impredecible clima tropical, nada tuvieron que ver.
La ex 10, ahora numero 22 en Argentina, usó los mejores recursos de su repertorio futbolero para destacarse en un grupo que demostró que, ahora sí, arrancó la Copa América. Argentina tuvo la posesión, generó situaciones de gol y logró buenas sociedades. Banini fue clave en un colectivo que casi no mostró falencias ante un rival inferior. Regaló instantes de su léxico cotidiano sobre el césped: pisar la pelota, amagar, elegir por dónde recostar el juego y, cuando pudo, ubicarse como enlace, desde el pasillo central del campo, levantar la cabeza para asistir a la compañera mejor ubicada. A ella, la buscaron siempre.