El argentino fue el mejor de 1977, año que coronó con la coron en Nueva York, pero no pudo disfrutar del número uno.
La imagen de Guillermo Vilas llevado en andas en pleno Nueva York después de ganarle la final del US Open de 1977 a Jimmy Connors, es una de las fotos icónicas de la carrera del mejor tenista argentino de todos los tiempos, por lo representaba tras vencer a un crédito local y porque era la coronación del mejor año del zurdo, quien sin embargo fue víctima de una histórica injusticia.
En el camino de los torneos de Grand Slam de ese año, Willy llegó al Abierto de los Estados Unidos como finalista de Australia, campeón de Roland Garros (vapuleó a Brian Gottfried por 6-0, 6-3 y 6-0) y con la mácula que representó la tercera ronda de Wimbledon, un certamen históricamente esquivo para el marplatense, que nunca pudo superar los cuartos de final.
Tuvo un andar arrollador en aquella temporada. Jugó 31 torneos y ganó 16, récord absoluto en la era abierta (17 si se incluye el torneo de Rye, no reconocido por la ATP), con 130 victorias y solo 14 derrotas, logrando un altísimo 90,3% de efectividad.
También estableció el récord de mayor cantidad de victorias consecutivas con 46 (50 al considerar el torneo de Rye); en la final de Aix En-Provence fue frenado por Illie Năstase, quien utilizó una raqueta de doble encordado, prohibida luego por la ATP.

El salto eterno de Vilas luego de la victoria ante Connors en Forest Hills. (Foto: AP)
En tanto sobre canchas lentas, desde julio hasta septiembre del mismo año, se mantuvo invicto en 53 partidos, ganó siete títulos consecutivos -Kitzbuhel, Washington, Luisville, South Orange, Columbus, Abierto de los Estados Unidos y Roland Garros, un récord batido por Rafael Nadal 29 años después (la marca continúa vigente para una sola temporada; el español consiguió su récord a lo largo de tres años).
Guillermo Vilas se consagra en el US Open
Era la última vez que el Abierto de los Estados Unidos se iba a jugar en Forest Hills, sobre las canchas lentas de green clay, ya que en 1978 pasó a Flushing Meadows, su actual locación. Por eso también fue un terreno más propicio para Guillermo Vilas, quien en dicho certamen jugó un nivel de tenis superlativo.
Camino a la gloria venció al español Manuel Santana (6-1 y 6-2); al estadounidense Gene Mayer (6-3 y 6-3); al también local Victor Amaya (6-3 y 6-3); al español José Higueras (6-3 y 6-1); al sudafricano Raymond Moore (6-1, 6-1 y 6-0) y llegó a la semifinal con el local Harold Solomon (6-2, 7-6 y 6-2) sin ceder un solo set.

Guillermo Vilas en el torneo de Forest Hill en 1977. (AP/Archivo)
En la final lo estaba Jimmy Connors, el número uno del mundo, quien sin embargo no disfrutaba de una temporada tan buena como la anterior; de hecho llegó a la final en Wimbledon 1977, pero la perdió ante el sueco Bjön Borg. No obstante, en la otra llave de semifinales, el norteamericano despachó con autoridad al italiano Corrado Barazzutti en sets corridos.
Había 15.000 espectadores en el court central. El primer set “fue realmente flojo”, admitió Vilas sobre su propia performance, “porque el viento se arremolinaba y se hacía difícil poder controlar la pelota”. Lo perdió 6-2. “Recién en el segundo set empecé a soltarme y a pegar con slice. Nunca en mi vida metí tantos aces como ese día”, reconoció el argentino sobre esa manga que ganó 6-3.
En el tercer parcial, Jimbo sacó una ventaja de 4 a 1 basándose en un potente revés a dos manos, pero Vilas no se desesperó. “Realmente la cosa venía mal, porque él tenía las riendas del partido. Pero yo estaba encendido, leía muy bien lo que hacía Connors, adiviné todo y tuve muchos golpes ganadores”, evocó el zurdo.
En el tie-break, Connors perdió los estribos por una pelota que picó afuera pero él vio adentro tanto que se enfrascó en una protesta, y perdió el foco. Y el partido, porque en el cuarto set, Guillermo Vilas se puso 5 a 0.

Vilas y Jimmy Connors, dos grandes rivales en los años 70.
Sólo el orgullo deportivo de Connors en el último game hizo que levantara un triple match point. La última pelota del estadounidense pasó muy cerca del fleje y el umpire tardó una eternidad en cantar out. Vilas primero dudó y miró al juez de línea; ahí desató el festejo.
Fue llevado en andas porque, se infería, se trataba del mejor jugador del mundo en ese año 1977. Pero en sistema de construcción del ranking en aquellos años lo privó de cerrar la temporada como el número uno que se le negó en toda su carrera, aunque una investigación periodística demostró que en dos ocasiones tuvo los números para alcanzarlo.
El periodista Eduardo Puppo dedicó años para investigar los motivos por los que el argentino había sido excluido de la chance de liderar la nómina de la ATP.
«Vilas no fue el número uno en 1977 por el sistema de esa temporada, basado como siempre en los promedios, pero sin reducir a un límite de los 14 o los 18 mejores torneos, como sí sucedió más adelante. Se dividían los puntos por todos los torneos disputados», expuso Puppo.

Vilas en acción, pegando el drive de zurda. Es el mejor tenista argentino de la historia.
Sin embargo, el propio periodista pudo comprobar después de 13 años de investigación que Vilas, en efecto, había sido el mejor de todos en dos etapas en las que desplazó al estadounidense Jimmy Connors: del 22 de septiembre de 1975 durante cinco semanas consecutivas, hasta el 27 de octubre, y dos semanas más, del 5 al 18 de enero de 1976, números que totalizan sus siete semanas en la cumbre.
De todos modos, la enormidad de récords que alcanzó en 1977 ponen en relieve el tamaño de lo hecho por Guillermo Vilas en aquel año en que fue el mejor de todos, sin llegar a serlo.
Fuente: Clarín.com Deportes – Fotos: ARCHIVO – AP – AP/Archivo – Clarín.com Deportes